HUPM – Del turismo masivo, la idealización, la realidad y la autenticidad de la Quebrada De Humahuaca.

Durante los primeros días de Enero del año 2020 tuvimos la posibilidad de realizar un viaje al noroeste argentino. Partiendo desde San Miguel De Tucumán pude recorrer parajes de tres provincias (Tucumán, Salta y Jujuy) en poco más de quince días, conociendo cada uno de sus capitales y varias otras localidades importantes.

De las tres provincias puedo resaltar la calidez de su gente, los paisajes increíbles, las tradiciones vibrantes y la gastronomía exquisita que caracterizan a esta región como un todo. El viaje transcurría de manera natural, sobre todo teniendo en cuenta el modo de los pobladores locales, sobresaliendo la amabilidad y predisposición en cada sitio recorrido.

Sin embargo… durante los últimos días el viaje se adentró en la mundialmente reconocida Quebrada De Humahuaca, en donde la percepción no sería la misma.

Quebrada De Humahuaca desde los alrededores de Tilcara.

Después de haber disfrutado de algunos días en la Ciudad De Salta, dentro de la provincia homónima, tomamos un ómnibus que nos llevaría hasta la pequeña localidad jujeña de Tilcara. Obviamente la emoción nos desbordaba, estábamos por adentrarnos en ese valle cerrado entre montañas que se lleva las primeras páginas de las revistas turísticas o las tapas de los folletos que “exportan” nuestro país (turísticamente hablando) hacia el mundo.

Desde “pibes” el conocidísimo pero difuso norte argentino forma parte del imaginario de lo auténtico, lo ancestral, esa Argentina que escasea en las grandes ciudades y los centros vacacionales masivos. Hasta hace no mucho tiempo atrás se hablaba de Tilcara como el poblado que marcaba “El Fin”, ese más allá que el hombre blanco porteño no conocía ni concebía.

Y en parte esto lo encontramos…

Cerro De La Cruz en Tilcara.

El marco natural en el cuál se emplaza la región turística en si es inigualable. Los paisajes emocionan a cualquiera y superan cualquier expectativa posible. La arquitectura es otro punto que (con algunos resalvos) se mantiene bastante fiel a lo que se retrata en cualquier libro que hable sobre el tema. La comida exclusivamente local refleja en sus sabores las cualidades locales y sus bondades.

Sin embargo, hay cosas que no logramos encontrar…

Apenas tuvimos la posibilidad de descender del micro que nos transportaba en la pequeña terminal nos vimos con la necesidad de acercarnos a las oficinas de información turística para consultar sobre algunas actividades que pensábamos realizar por la tarde ese mismo día.

A unos pocos pasos del acceso varias personas se detenían ante algunos puestos que ofrecían “Información Turística” de forma particular y con claros fines comerciales, lo cual no es un problema en lo más mínimo… el problema tal vez sea que nadie tenía demasiado claro en donde se ubicaba la oficina de turismo municipal que (casualidad) pocos visitaban y se encontraba a pocos metros. Después de algunas preguntas y carteles (es innegable que está bien señalizada) pudimos llegar hasta ella.

La oficina está dentro de un edificio que se insinúa bastante espacioso y funcional. Detrás de un mostrador en madera se encontraba la única persona que vimos ese día dentro del mismo y que nos brindó la peor atención que tuvimos durante todo el viaje. Evidentemente no puedo juzgar la actitud de una persona de la que no conozco las situaciones que atraviesa, pero si la falta de material impreso (folletos), de horarios para visita de atractivos o de actividades culturales que se realicen. Un primer aviso.

La situación pasó. Los días pasaron. Tilcara nunca dejó de entregarnos postales excepcionales de atardeceres o sitios arqueológicos que reconstruyen los relatos históricos oficiales, aunque nunca se dejó de sentir algo extraño en sus calles y sendas.

Con el paso de los días mayor era la distancia que sentía con la localidad. Los pueblos de la quebrada se sentían artificiales, una mera puesta en escena que buscaba ridículamente poner al visitante en el rol de explorador de lo desconocido, o de integrante forzado de un diario local del que obviamente no forma parte. Ese juego trae consigo una fricción muda.

Cerro De Los Siete Colores en Purmamarca.

La incomodidad del lugar termina centrándose en su teórica “autenticidad” de ropas coloridas importadas contra el tejido artesanal local, de la periodicidad de los bailes y cantos contra la estacionalidad efímera del carnaval, de los restaurantes lujosos contra los comedores locales, de la modernidad capitalina contra la religiosidad ferviente y el duro día a día.

Que no se malentienda… Tilcara y todos los pueblos de la Quebrada De Humahuaca son maravillosos, tienen el poder de dejar maravillado al visitante en cuestión de segundos seducidos por sus vistas. También sabía que el turismo masivo había escondido puertas adentro las costumbres locales, pero es difícil dimensionarlo y esto se nota.

Muchas veces sentimos hablar de las culturas andinas como verdaderos “objetos de estudio” a libre interpretación de la centralidad modernizada. No son pocas las ocasiones en que se habla del costado religioso como una “paganidad”, o de las creencias propiamente dichas como supersticiones o costumbres. Si estos pueblos no son respetados… ¿Por qué nos iban a respetar ellos?

Paradójicamente en los momentos en que caminábamos por lugares en grupos reducidos la interacción con los locales era distinta, apenas notoria entre palabra y palabra. La masividad se encargó de esconder siglos de historia por “Lo que el gringo quiere ver”, finalmente entendiéndose el juego entre las partes.

Serranías Del Hornocal, cercano a Humahuaca.

Una noche volvíamos caminando por las calles de tierra al sur de Tilcara. Entre las últimas luces del sol se veían pocos turistas. Los locales empezaban a ganar el terreno que era de ellos, hacían su vida e ignoraban al resto. Al llegar al alojamiento un ruido de tambores invadió el caserío, luego nos enteraríamos que eso era un “Pesebre” festividad ligada íntimamente a la época del año y los grupos familiares.

Y entonces… tal vez no esté todo tan perdido.

7 pensamientos en “HUPM – Del turismo masivo, la idealización, la realidad y la autenticidad de la Quebrada De Humahuaca.”

  1. Excelente relato de tu visita a esas hermosas tierras, personalmente entiendo tus sensaciones durante esos días, sensaciones también vividas por mí de un modo similar cuando visité el norte yo esperaba descubrir, sobre todo en Tilcara, la escencia de sus costumbres y originalidad, que aunque siguen latentes, algunas se ven opacadas por la presencia de lo moderno o lo importado. Y todo eso convive en un escenario natural bellísimo.
    Me gusto mucho leerte. Por muchos más HUPM !!!

  2. Cristina Cabral

    Lugar de ensueño, belleza por donde mires, es un paseo maravilloso y por medio de tu descripción lo volví a realizar ya que hace unos años que no visito el norte argentino. Gracias

  3. Que cierto lo que comentas y como lo viviste. En muchas zonas, pareciera que va desapareciendo la esencia del lugar. Hermosas fotografías.

  4. Hermoso, quiero conocerlo, aunque como lo relatas me imaginé allí. Muy interesante todas las descripciones. Felicitaciones

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